Ansiedad por separación en la infancia.
El trastorno de ansiedad por separación infantil, (TASI), se caracteriza por producir en el niño una ansiedad excesiva cuando se encuentra lejos de la figura de apego o cuando presiente que se acerca un distanciamiento con ella por breve que resulte.
Generalmente se diagnostica con mayor frecuencia entre los 6 y los 10 años (pese a observarse desde muy corta edad en algunos casos); es más frecuente en niñas y representa cerca del 47% de los trastornos de ansiedad infantiles que acuden a consulta.
Suele existir una implicación patológica entre el niño y la figura de apego, quien suele describir al pequeño como de buen carácter, agradable y dispuesto a agradar, tolerando en él situaciones de sobredependencia. Así, el niño puede llegar a anularse a sí mismo en opinión y decisiones, otorgándole a la figura de apego el control absoluto, al precio de resultar excesivamente dependiente llegando incluso a generar cierta hostilidad en esta madre o padre que se ven desbordados por las demandas continuadas del hijo. A medio y largo plazo, también será habitual que el propio niño desarrolle rechazo hacia esta figura buscando su diferenciación con ella sin éxito, con lo que pueden ser frecuentes los conflictos y reproches hacia la adolescencia y adultez.
Entre las manifestaciones más frecuentes del TASI podemos mencionar:
Problemas al acostarse y conciliar el sueño. Puesto que la noche es vivida como un momento de separación, puede requerir la presencia de la figura de apego.
Resistencia a asistir al colegio, especialmente tras un período prolongado con la figura de apego tal como vacaciones, fines de semana, enfermedad.
Conductas de aferramiento. Seguir como una sombra, observar y comprobar constantemente que la figura de apego se encuentre bien, segura y sana.
Quejas físicas y somáticas ante la separación o en previsión de ella. Como cefaleas, cólicos, mareos, palpitaciones.
Chantaje emocional y amenazas autolesivas. Ante una separación inminente y fruto de la frustración en permanecer juntos, se puede llegar a emplear la agresividad y la coacción como medida desesperada.
Pese a haberse descrito un factor genético en el padecimiento del TASI, acontecimientos tales como el fallecimiento de un ser querido, un cambio de residencia o centro escolar, o enfermedad en algún allegado, pueden ser factores precipitantes en su aparición.
La detección y tratamiento del TASI es de elevada debido a que tiende a su cronificación y exacerbación en su evolución natural. Sin intervención, del 30 al 60% de los afectados continuará presentando síntomas en la edad adulta, llegando este porcentaje a reducirse hasta el 5% con la ayuda profesional adecuada.
Conductas de riesgo como consecuencia del trastorno de estrés post traumático.
El trastorno de estrés post traumático (TEPT) es una afección que tiene lugar en un porcentaje de víctimas, directas o indirectas, de sucesos susceptibles de provocar un trauma. Entre los desencadenantes más frecuentes se engloban los desastres y accidentes, conflictos bélicos, abusos sexuales y violación o agresiones físicas.
Tras el acontecimiento, en un período de entre tres días a un mes, es frecuente que las víctimas desarrollen una condición conocida como estrés agudo (EA), consistente en un grave malestar fruto del acontecimiento vivenciado que se caracteriza por una sintomatología similar al TEPT. Sin embargo, es habitual que esta afección remita espontáneamente con el transcurso del tiempo, por lo que consideraríamos hablar de TEPT cuando la sintomatología se mantiene o agrava durante tres meses o más desde el suceso.
Entre los síntomas más frecuentes del TEPT encontramos los recuerdos intrusivos de la situación traumática, ya sea a partir de vivencias en forma de flashbacks o a través de los sueños o imágenes espontáneas durante la vigilia. Evitación de actividades o personas que tengan relación con lo ocurrido, incluyendo el rechazo de pensamientos y conversaciones al respecto. Cambios en el estado de ánimo con síntomas de desasosiego, tristeza, desesperanza e hiperactivación y alarma ante estímulos que antes no generaban esa reacción.
Además de los síntomas anteriormente mencionados se ha observado, en algunos casos, una predisposición a las conductas de riesgo. Un ejemplo frecuente en este grupo serían los encuentros sexuales compulsivos y desprotegidos en víctimas tempranas de violación, muchas veces fruto de una necesidad de reexperimentación del trauma brindándose una oportunidad de control con la que no pudieron contar en aquel primer momento. También, son frecuentes el uso de sustancias, principalmente el alcohol, aunque también los psicofármacos y drogas ilegales, especialmente como forma de evasión en varones que han atravesado situaciones bélicas o extremas tales como soldados, policías o bomberos. Además, el juego patológico, la conducción temeraria o las riñas y confrontaciones con agresión forman parte de esta denominada búsqueda de sensaciones en un porcentaje considerable de afectados.
En los últimos años se ha comenzado a postular la posibilidad de trastornos de la personalidad en víctimas de traumas repetidos o mantenidos en el tiempo (traumas complejos), al observarse alteraciones estables en su comportamiento a raíz del evento traumático. Actualmente se ha observado una importante mejoría con ayuda de la terapia cognitivo conductual, así como con técnicas de reprocesamiento como el EMDR. Siendo asimismo un tratamiento de elección el uso de los antidepresivos ISRS en síntomas intrusivos y afectaciones del estado de ánimo, facilitando también el trabajo terapéutico.
Trastorno de relación social desinhibida o el peligro de buscar afecto en el extraño.
Dentro de los trastornos del vínculo en la infancia, encontramos el trastorno de relación social desinhibida o trastorno de vinculación desinhibida en la infancia. Como en el trastorno reactivo del apego, de desarrolla entre los 9 meses y los 5 primeros años de vida. Sin embargo, a diferencia de este, se caracteriza por una baja o nula selectividad del vínculo. Normalmente, se trata de niños que han atravesado cambios constantes, ya sea de residencia, cuidadores, familias de acogida, en definitiva, han sido separados con frecuencia del entorno con el que comenzaban a estrechar lazos. De esa forma, buscan atención, cuidados y afecto en cualquier figura potencialmente cuidadora que llegue a su vida, con el consiguiente riesgo que esto supone.
Pueden ser niños excesivamente pegajosos, demandantes de cariño y tiempo, que presentan un comportamiento verbal o físico demasiado familiar para las normas culturales y sociales de las que se rodean. Pareciese que no hay un cuidador principal o referente, puesto que tras una salida arriesgada no parecen recurrir a la seguridad de un miembro de referencia para sentirse a salvo, pudiéndose servir prácticamente de cualquiera que se encuentre disponible.
Es habitual que este trastorno sea comorbil a otras alteraciones del desarrollo, muchas veces producto de una crianza negligente. Por ejemplo, problemas de peso por inanición, baja estatura, retrasos cognitivos o del lenguaje, pudiendo persistir estos síntomas aún después de que se hayan subsanado el abandono.
Pese a no haberse descrito el trastorno en la edad adulta, sí se ha observado un mantenimiento de secuelas tales como la alexitimia, es decir problemas para el reconocimiento y expresión de las propias emociones. Asimismo, parece que el padecimiento de este trastorno dificulta la creación de vínculos genuinos e íntimos, suponiendo un vacío afectivo para la persona, que actúa con una especie de máscara sociable a la caza del cariño y la aprobación del otro, sin sentir verdaderamente aquello que expresa o realiza.
Cuenta con un pronóstico favorable siempre y cuando se intervenga en el ámbito relacional del niño. Será determinante poder establecer y mantener en el tiempo un cuidador principal como figura de referencia con el que diferenciar un vínculo más íntimo. Por último, cabe destacar que, por la elevada disposición a confiar en un adulto extraño, mientras se lleva a cabo el tratamiento, será de suma importancia controlar el ambiente del niño minimizando así el riesgo de abusos y otros acontecimientos potencialmente traumáticos que dificulten aún más la historia vital y el pronóstico del menor.


Vigorexia: obsesión por el cuerpo y distorsión de la imagen corporal.
Como producto de una sociedad que fomenta cada vez más la estética y el culto al cuerpo, nos vemos inmersos en un caldo de cultivo óptimo para el desarrollo de nuevas psicopatologías como la vigorexia, también llamada dismorfia muscular.
Aunque, en mayor o menor medida, nos vemos expuestos al mismo bombardeo publicitario, las mismas exigencias en cuanto a cánones de belleza y estereotipos que son sinónimo de éxito y poder por su apariencia física, es cierto que no todo el mundo presenta la misma vulnerabilidad ante dichos estímulos. Personalidades más obsesivas y perfeccionistas serán más susceptibles de desarrollar este trastorno, al igual que aquellas que hayan sufrido críticas, comentarios o acoso en relación al físico que hayan propiciado una baja autoestima.
Su prevalencia se estima entre el 6 y el 10% de los usuarios habituales de gimnasio, siendo mucho más predominante en hombres entre los 18 y los 35 años. Es considerada como un trastorno dismórfico corporal puesto que, los afectados, alegan encontrar su cuerpo enclenque, delgado y débil aun cuando cuentan con niveles de masa muscular muy por encima del promedio.
Algunos de los síntomas más relevantes de la vigorexia incluyen:
Preocupación excesiva por el volumen y la definición de la musculatura corporal.
Adhesión incondicional a la rutina de ejercicio abandonando otras actividades que antes resultaban gratificantes.
Ansiedad ante situaciones en las que la persona tiene que exponerse o exhibirse físicamente (playas, piscinas, vestuarios) por miedo a “no estar a la altura”.
Dieta compuesta por alimentos ricos en proteínas y complejos proteicos.
Consumo de sustancias que llevan a incrementar el rendimiento (proteínas, esteroides, anabolizantes) pasando por alto los efectos nocivos para la salud que puedan producir.
Alteraciones del estado de ánimo: cuadros depresivos y cambios en el humor.
Pensamientos obsesivos y fuertes sentimientos de culpa cuando no se han alcanzado los objetivos previstos o se ha faltado puntualmente al entrenamiento.
Entre las consecuencias del mantenimiento de este trastorno se han considerado deformaciones en los huesos y tejidos musculares, alteraciones del metabolismo, desnutrición, aislamiento social y depresión, endurecimiento y estrechamiento arterial (siendo propensos a problemas cardiovasculares por trastornos en la circulación sanguínea), lesiones del hígado e impotencia sexual.


El TDAH
Se trata de un trastorno del neurodesarrollo que afecta principalmente a la regulación de los impulsos, la dosificación del nivel de actividad y la capacidad para iniciar, prestar y mantener la atención en tareas que, para el individuo, no resulten especialmente estimulantes o novedosas. También son frecuentes las dificultades en la organización, la gestión del tiempo, la flexibilidad mental y la planificación; tareas de las que se encarga el lóbulo frontal, también llamadas funciones ejecutivas.
Se trata de un trastorno del neurodesarrollo que afecta principalmente a la regulación de los impulsos, la dosificación del nivel de actividad y la capacidad para iniciar, prestar y mantener la atención en tareas que, para el individuo, no resulten especialmente estimulantes o novedosas. También son frecuentes las dificultades en la organización, la gestión del tiempo, la flexibilidad mental y la planificación; tareas de las que se encarga el lóbulo frontal, también llamadas funciones ejecutivas.Afecta, según la OMS, a aproximadamente un 8% de la población, siendo una condición a menudo hereditaria y más diagnosticada en varones. Esto también puede ser debido a una mayor visibilidad de los síntomas en los niños, puesto que el subtipo combinado, donde es más notable la hiperactividad, se presenta más frecuentemente en ellos mientras que, el inatento, donde es más notable el déficit atencional, está más presente en las niñas.
Se trata de un trastorno del neurodesarrollo que afecta principalmente a la regulación de los impulsos, la dosificación del nivel de actividad y la capacidad para iniciar, prestar y mantener la atención en tareas que, para el individuo, no resulten especialmente estimulantes o novedosas. También son frecuentes las dificultades en la organización, la gestión del tiempo, la flexibilidad mental y la planificación; tareas de las que se encarga el lóbulo frontal, también llamadas funciones ejecutivas.
Se trata de un trastorno del neurodesarrollo que afecta principalmente a la regulación de los impulsos, la dosificación del nivel de actividad y la capacidad para iniciar, prestar y mantener la atención en tareas que, para el individuo, no resulten especialmente estimulantes o novedosas. También son frecuentes las dificultades en la organización, la gestión del tiempo, la flexibilidad mental y la planificación; tareas de las que se encarga el lóbulo frontal, también llamadas funciones ejecutivas. Afecta, según la OMS, a aproximadamente un 8% de la población, siendo una condición a menudo hereditaria y más diagnosticada en varones. Esto también puede ser debido a una mayor visibilidad de los síntomas en los niños, puesto que el subtipo combinado, donde es más notable la hiperactividad, se presenta más frecuentemente en ellos mientras que, el inatento, donde es más notable el déficit atencional, está más presente en las niñas.Es innegable la importancia de un diagnóstico temprano llevado a cabo por profesionales, acompañado de un tratamiento de estimulación neuropsicológica, psicoterapia emocional y, según el caso, pauta farmacológica. No es infrecuente que, personas con este trastorno que no han sido diagnosticadas y abordadas a tiempo, desarrollen a lo largo de su vida otras complicaciones asociadas al trastorno. Entre ellas, destacarían los trastornos de la personalidad, especialmente el trastorno límite. Así como cuadros ansiosos, especialmente obsesivos y problemáticas derivadas de un mal manejo del control de los impulsos como adicción a sustancias, relaciones interpersonales inestables, problemas laborales y económicos o desórdenes alimenticios de tipo compulsivo.
De cara a las familias, es crucial establecer rutinas claras con un alto nivel de seguimiento por parte de los adultos a cargo, que vayan ayudando al niño a generar adherencia, responsabilidad y estructura en su vida. Es muy importante que se le brinden al afectado estrategias de gestión frente a la frustración, la cuál suele ser difícil de tolerar para muchas personas con esta condición. También es esencial que la familia entienda el trastorno y se informe, puesto que generalmente se crean dinámicas protagonizadas por las discusiones y enfrentamientos en el hogar, ya que no se diferencian las conductas propias del trastorno de otras faltas de respeto o consideración que merecerían un trato más autoritario o correctivo.
El TDAH es uno de los trastornos, si no el que más, obliga al afectado a disculparse constantemente por los síntomas del mismo que él también padece diariamente. Por eso, una mayor visibilización, cuidando de no incurrir en el sobrediagnóstico, es fundamental para que los afectados puedan vivir sus relaciones personales sintiendo la comprensión y el afecto de quienes les rodean.


Primer paso: mantén la calma, (presuponiendo que sepas cómo se hace):
➡️ Iba en el Metro y leía un cartel con normas de evacuación en caso de incendio. Una especie de diagrama en el que el primer punto era "mantén la calma".
➡️ Ese paso daba pie a los demás (avisa, sigue las instrucciones, ayuda.. ), de modo que si no se cumplía el primer requisito, quedabas incapacitado para seguir el resto del plan.
➡️ Me he planteado lo extendida que está la creencia de que mantener la calma es algo básico, algo que todos deberíamos saber hacer y se da por sentado que no poder lograrlo es una inmadurez. En cambio, si alguien no supiera de geografía o de historia, se atribuiría a otras causas, como un carenciado sistema educativo o un bajo nivel cultural en el hogar.
➡️ Opino que la instrucción en detección y regulación emocional debería ser obligatoria en los centros escolares y no delegarse únicamente en las familias. Si no has tenido la suerte de nacer en una familia con un buen nivel cultural, te faltará una base de cultura. Del mismo modo, si en tu familia no han sabido enseñarte a regularte emocionalmente, tendrás esa falla. Qué, si bien se puede solventar en la edad adulta, ya será una rehabilitación y no un mero aprendizaje, resultando por tanto mucho más difícil.
La fijación sexual obsesiva:
Se trata de una idealización hacia otra persona principalmente protagonizado por el deseo sexual y la fantasía y, a menudo, tiene una explicación alternativa a la calidad de las relaciones.
En un vínculo ambivalente, uno de los miembros tiende a quedarse con sed del interés del otro y es durante el sexo cuando ese estado de ansiedad, que está presente la mayor parte del tiempo se calma, ya que pasa durante un rato a ser la prioridad.
Después de mantener relaciones, se produce un distanciamiento que la persona vive como un abandono con el que los niveles de ansiedad por garantizar el vínculo se elevan de nuevo. La forma conocida de resolver el malestar es buscar nuevamente un encuentro con el que calmarse, fraguándose así la adicción.


Preguntémosle a un joven problemático por sus abuelos:
▪️Entre todos los tatuajes de intimidación y excesos, a veces te muestran que también llevan la fecha de nacimiento de un abuelo.
▫️A la hora de comprar cannabis, los euros que les desliza su abuela a escondidas puede pesarles más gastarlos.
▪️Cuando han desterrado toda emocionalidad considerando que les hace vulnerables, a veces se emocionan y se permiten llorar al recordar a su abuelo fallecido y piensan que esa causa sí merece ser honrada.
▫️La adolescente que detesta parecerse en lo más mínimo a su madre, a veces, habla con admiración de la fortaleza de su abuela y su ejemplo como mujer.
▪️A veces se abanderan de la dura vida que sus abuelos tuvieron que llevar, enorgulleciéndose de su fortaleza.
Puede ser un punto de partida para que desarrollen su propio sistema de valores, algo menos desadaptado.


Reflexiones sobre la psicología:
Desprestigia nuestra disciplina facilitar el acceso a conceptos psicoterapéuticos complejos de manera masiva y reduccionista.
Una cosa es promover el acceso a la salud mental y acercarla a la gente y otra muy distinta caer en el "hágalo usted mismo" (total, no es tan difícil) en el que se incurre actualmente con frecuencia.
Bastante complicado es que el grueso de la población ostente una idea aproximada de lo que es la psicoterapia fuera del prejuicio "vas a hablar y a desahogarte" como para andar regalando y bombardeando psicoeducación simplista.
La divulgación de andar por casa en redes favorece que mucha gente externa a este mundo reafirme la idea de que cualquiera puede ser psicólogo o que esta profesión es fácil porque "yo también soy un poco psicólogo".
Me imagino ir al taller a revisar el coche y decir que "yo soy un poco mecánica" basándome en que me gusta conducir y vi top gear.
Cavamos nuestra propia tumba cuando a todo esto le unimos la extendida tendencia a guerrear entre profesionales, abrazando cada uno su corriente, desprestigiando a otros compañeros y técnicas, señalando a unos y a otros.
Ojalá seamos capaces de darnos cuenta a tiempo de esto y poner por delante del interés individual el porvenir de la disciplina de la que depende nuestro sustento.
La metáfora de la estantería:
Los daños derivados de relacionarse con personalidades límites, narcisistas o histriónicas.
Imaginad una estantería con distintos juguetes y un niño al que acaban de regalarle uno nuevo por su cumpleaños.
Durante dias o semanas, dependiendo de lo estimulante que le resulte el nuevo juguete, pasará horas con él de forma casi exclusiva.
Le prestará toda su atención, se interesará por él, no se separará ni para ir al baño. Sin embargo, poco a poco el juguete dejará de suponerle una novedad hasta que un día, el niño coloque el juguete en el estante, junto a los demás. Esperará, no obstante, encontrarlo en el mismo lugar en el que lo dejó y disponible para el juego si nuevamente lo requiere.
Será entonces cuando, frente a esa estantería y hastiado ya del anterior, el niño redescubra otro juguete con el que hacía tiempo no jugaba y que, por deshabituación, vuelve a generarle un pico de novedad.
¿Qué ocurrirá entonces?
Jugará con él hasta que nuevamente le aburra (cada vez le aburrirá antes) y entonces, de nuevo, lo colocará en pausa hasta que vuelva a apetecerle sacarlo del mueble. Mientras, el juguete no comprenderá por qué ahora es abandonado después de haberse sentido tan especial e importante para el niño.
Tratará de buscar una razón para este comportamiento y, en un intento por recobrar la sensación de control, se atribuirá a sí mismo la culpa. Dirá entonces: la siguiente vez que quiera jugar conmigo lo haré mejor, no cometeré los mismos errores. Y pacientemente (aunque con elevada ansiedad) esperará hasta que el niño quiera volver a escogerle, por un breve período de tiempo, condenado al abandono perpetuo.
Esta dinámica puede generar daños severos en la salud mental de las personas cercanas a los afectados (los juguetes escogidos). Por tanto, pese a que los esfuerzos de los profesionales deben ir orientados a ayudarles a estabilizar su cuadro, si te encuentras en una situación similar no dudes en romper este patrón y salir de ahí en la medida en la que te sea posible.
Principales diferencias entre el trastorno evitativo y la fobia social:
Trastorno evitativo:
Problemas con la relación interpersonal.
Mayor deterioro en todas las áreas del funcionamiento.
Miedo al rechazo.
Patrón permanente y estable desde la infancia o juventud.
Menos hábiles socialmente y con mayores tasas de ansiedad.
Fobia social:
Problemas con la actuación pública.
Menor deterioro del funcionamiento.
Miedo a la humillación y al ridículo.
Puede desarrollarse en cualquier momento de la vida.
Mejores habilidades sociales y menos tasas de ansiedad.
Frases de pacientes describiendo episodios disociativos:
- “Es como si mi cuerpo se quedase vacío, vaciado de órganos”.
- “Siento que puedo volar, que no peso nada y que podría levitar con poco esfuerzo, como si me deslizara o tuviera patines”.
- “Me parece estar viendo una película en la que nadie puede verme a mí y yo puedo moverme por todas partes entre la multitud sin ser vista”.
- “Miro a mi padre reír, miro a mis hermanos conversar y es como si sus voces no fuesen suyas. Me preocupa estar volviéndome loco, luego se me pasa, pero es como si todo fuese desconocido”.
- “Creo que me voy a volver loca, que estoy entrando de cabeza en la locura cuando me sucede. Todas las sensaciones se vuelven extrañas”.
- “Miro a mi hijo y no lo entiendo, ¿soy padre? ¿ese es mi hijo? A veces le veo como a un extraño, como si nada me uniese a él, tan solo veo un niño cualquiera que me llama papá”.
- “Es como si me hubiese congelado en el tiempo, como si tuviese 15 años y no 40. No soy esa mujer mayor del espejo, me miro y no sé quién es esa señora”.


Reflexiones sobre psicología 2:
¿Os imagináis a miles de médicos publicando en redes sociales que es mejor que no fumes, que hagas deporte y que comas menos sal y bebas más agua? Quizá un par de publicaciones a modo de recordatorio tendrían un pase, pero a la tercera empezaría a ser reiterativo, vago, superficial, sin nada nuevo que aportar.
Imaginaos que luego esos mismos médicos decidieran hacer talleres para volver a decirnos exactamente lo mismo: no fumes, come sano, haz deporte. Cada uno poniendo un precio, una marca personal pero variando mínimamente su contenido.
Entonces imaginaos que el taller terminase y nos dijesen que para recalcar estos aspectos, comprasemos su libro. Y el primer capítulo fuese no fumes, el segundo come sano, el tercero haz deporte.
¿Qué terminaríamos pensando de ellos? ¿Y de la medicina?
Esto me parece que es lo que está ocurriendo en la psicología con la divulgación. Se está poniendo por delante del crecimiento de la disciplina en calidad, la garantía de un charquito individual de mediocre aporte.
"Priorizate a ti mismo".
"Trátate como alguien que te quiere".
"Busca tiempo de calidad".
"Practica el autocuidado".
"Sé más asertivo".
"Establece límites".
"Aléjate de las personalidades tóxicas".
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Hace décadas no habríamos ni imaginado la repercusión que ahora mismo tiene la psicología, el brutal incremento de la demanda de servicios de psicoterapia y la fama renovada de la que estamos gozando los psicólogos. No la desaprovechemos estirando el chicle y tratando de vender humo. Estoy convencida de que podemos hacerlo mejor, podemos dar mucho más que eso.


